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Romeos y Julietas de Palestina

Salah Hamouri acababa de ser liberado tras siete años de prisión como parte de un intercambio entre Israel y Hamas; 550 prisioneros palestinos a cambio de la liberación del soldado franco-israelí Gilad Shalit. Hamouri fue juzgado por un tribunal militar orquestado y acusado de participar en un complot para asesinar al rabino ultra-ortodoxo Ovadio Youssef. Cuando el recién liberado llegó a Francia, Elsa, una joven parisina e hija de un conocido diputado comunista, se convirtió en su guía para mostrarle la ciudad entre conferencia y conferencia. Y no hay mejor escenario que París para que surja el amor. En 2014 la pareja se instala en Al-Quds (Jerusalén) para comenzar de cero pero el final feliz de los cuentos, "fueron felices y comieron perdices", forma rara vez parte de las historias de amor en Palestina. En mayo del mismo año la pareja decide casarse pero parte de sus invitados son rechazados a su llegada al aeropuerto. Salah es detenido en varias ocasiones por el ejército y sobre él recae la prohibición de entrar en Cisjordania, lo que le impide continuar sus estudios de abogacía en la Universidad de Ramallah.

Las autoridades israelíes rechazan la demanda de un visado de esposa, que le permitiría la libre circulación en todo el territorio, y Elsa recurre al visado de servicio como trabajadora del consulado francés. A su regreso, después de pasar las navidades junto a su familia, Elsa es detenida en el aeropuerto de Ben Gurion y expulsada del país tras dos noches en prisión pese a su avanzado estado de embarazo. "Dos días sin apenas beber ni comer porque temía que le hubieran echado algo en la comida" asegura. El motivo es una extraña acusación sin ninguna prueba: Elsa Lefort es una "persona peligrosa para la seguridad de Israel". "Todo el mundo sabe que el mejor momento para radicalizarse es durante el embarazo" ironiza con una sonrisa que no pierde durante todo su relato. Sólo le quedan unas semanas para poder tomar un avión y recuperar su vida antes de dar a luz. A pesar de los esfuerzos de su abogado, la joven pareja teme lo peor: tener que elegir entre su país y su familia. El tiempo corre en su contra. Si el niño nace en Francia, no podrá obtener el estatuto de los palestinos de Al-Quds este y podrá ser rechazada su entrada en el país e, incluso, ser detenido a la espera de su expulsión en una de la llamadas "células familiares" que existen en los centros de detención.

Esta historia parece repetirse infinitamente en Palestina, donde se niegan no sólo los derechos civiles sino las necesidades vitales del ser humano. Palestina es un país lleno de Romeos y Julietas, parejas y familias separadas por sus permisos de residencia en los diferentes territorios palestinos. Sin embargo, esta historia tiene algo de particular puesto que se trata de dos ciudadanos franceses envueltos en una emboscada de los servicios secretos israelíes. Todo ocurre ante el silencio escrupuloso de las autoridades francesas y sin apenas unas líneas dedicadas en los medios de comunicación donde predomina la versión oficial de Israel "Elsa Lefort mintió a las autoridades para obtener su visado". Algo que Lefort desmiente, "fue el consulado francés quien lo gestionó". Ni el mísmisimo William Shakespeare hubiera imaginado una historia tan maquiavélica como esta.

*Artículo publicado en Palestina Digital http://issuu.com/abdotounsi/docs/revista_50/58

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