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No en mi nombre, la yihad sin fin

Hace apenas un par de días salió a la luz la campaña "Not in my name" (No en mi nombre) en el que un grupo de musulmanes británicos denunciaban la asociación entre el Islam y el llamado Estado Islámico de Irak y el Levante (EI). En Francia, el debate circula por otros derroteros más complicados. Si la población musulmana es, ya de por sí, una constante en los debates políticos, el asesinato del ciudadano francés Hervé Gourdel a manos de un grupo argelino vinculado al EI ha abierto la caja de pandora.

El diario Le Figaro, asiduo de encuestas entre sus lectores (algo típico de la prensa francesa) ha planteado la siguiente pregunta: ¿considera usted suficiente la condena de los musulmanes en Francia? De 1677 personas, el 92% afirma que "no" contra el 8% que lo considera suficiente. ¿Cómo se evalúa una condena? ¿Qué es suficiente? El porcentaje de personas que han votado no pasa de ser anecdótico y, sin embargo, las reacciones no se han hecho esperar. Horas después Le Figaro retiraba esta publicación y aseguraba lo siguiente "la formulación de la pregunta era torpe, cuando nos hemos dado cuenta de que se ha entendido mal, la hemos retirado".

Los medios de comunicación franceses no son nada conciliadores y rozan a menudo la apología a la xenofobia y la islamofobia. Las portadas de sus diarios y revistas representan el temido "choque de civilizaciones" con titulares como: Por qué el islam da miedo a los franceses, Historia de un loco de Allah francés, Cómo el islam va a cambiar Francia y Europa, Occidente frente al Islam, El choque Jesus-Mohammed, ¿Cómo se fabrica a un terrorista? o Ese islam descarado.

Algunas personalidades públicas (principalmente de la extrema derecha) han criticado el "silencio" por parte de la comunidad musulmana ante los asesinatos de Daesh.

Fabrice Robert, presidente del Bloque Identitario "Quieren convencernos de que los asesinos de Hervé Gourdel no tienen nada que ver con el Islam ni con los musulmanes"

Los jóvenes musulmanes, muy activos en las redes sociales, han respondido con sarcasmo a lo que consideran una provocación con el hashtag #LesMusulmansSexcusentPour (los musulmanes piden disculpas por): la masificación de la línea 13 del metro de París, por la mama de Bambi, por el final de Lost, por la contaminación...

"Los musulmanes piden disculpas por las inundaciones en todo el mundo. Es debido a las abluciones"

Algunos han dado un paso más allá y han lanzado la contracampaña #Onapasdemandé (no lo hemos pedido) que consideran que utilizar #NotInMyName es absurdo puesto que "pedir a los musulmanes que condenen a los terroristas es presuponer que por defecto son solidarios con ellos".

"No hemos pedido a los socialistas que se desolidaricen de François Hollande"

Estas manifestaciones públicas, ya sean a través de vídeos, protestas en las redes sociales o en la calle son interpretadas por algunos como una justificación, por otros como una obligación como musulmanes de defender sus creencias mientras que hay quienes no creen necesario "defenderse".

Cierto, los europeos tendríamos que disculparnos por el expolio de nuestras multinacionales en África, los españoles tendríamos que disculparnos con las personas migrantes que en España no pueden acceder al sistema sanitario porque nuestro gobierno se lo impide, los periodistas tendríamos que disculparnos por todas las atrocidades que se cometen en nombre del periodismo... Así estaríamos toda la vida disculpándonos.

Pero que no se equivoquen "No en mi nombre" va dirigido a aquellos que se hacen llamar yihadistas y que dicen seguir los preceptos del Islam. Yihad, esa palabra tan corrompida, que no quiere decir otra cosa que "esfuerzo". Para los musulmanes el yihad es tratar de ser mejores personas cada día, ser mejores creyentes, limar sus defectos, luchar por sus principios. Un concepto que deberíamos aplicarnos todos. Un yihad sin fin.

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