Cuando mi hijab importa más que mis palabras
En mis primeros años de carrera tuve la ocasión de entrevistar a María Rey, periodista emblemática de Antena 3 que cubre la información parlamentaria. Si hay algo que me marcó de ese encuentro fue la contundencia con la que se refirió a algunos directores de televisión: «les gusta elegir a las mujeres y también la talla que llevan». En ese momento no era consciente de sus palabras pero años más tarde he visto sus efectos.
A menudo cuando grabamos en la calle escucho comentarios e incluso reproches sobre mi hijab, velo islámico. Lo llevo cuando trabajo en televisión, a diferencia de nuestros compañeros masculinos, nosotras nos cubrimos el cabello. No me impide realizar mi trabajo, no afecta a mi dignidad y personalmente me siento cómoda con él.
Que la gente se preocupe más de mi hijab que de mis palabras me inquieta. Sobre todo cuando viene de un periodista. Mi trabajo es susceptible de crítica, como cualquier otro, pero ¿importa mi vestimenta?
La información es la misma.
Obviamente, aspiro un día a vivir en una sociedad dónde la mujer pueda vestir a su antojo sin ser cuestionada. No voy a entrar en el absurdo debate sobre el por qué llevar o no el velo y qué razones se esconden detrás. La manera en la que se instrumentaliza a la mujer para atacar o defender una cultura o religión sólo hace que cuestionar nuestra propia integridad. Creo que hay otro debate mucho más urgente como el papel de la mujer en esta sociedad que estamos construyendo y que estamos evitando a toda costa.